OPINIÓN
Si no somos nosotros, ¿entonces quién?
¿Para dónde vamos, Colombia?
Como jóvenes, nos encontramos con una sociedad colombiana constantemente cambiante y retadora. A lo largo de los años hemos visto un deterioro dentro de nuestros ideales, principios y valores como comunidad. Esta es la respuesta a ello.
Fuente: Pexels
Por: María Luisa Córdoba y Nicolás Pombo
¿Qué nos motiva? Fue la primera pregunta que nos hicimos cuando decidimos escribir este artículo desde nuestra perspectiva como jóvenes, y sobre todo como colombianos. Estuvimos horas pensando en qué escribir y cómo hacerlo, pues consideramos que es fundamental encontrar formas de expresarnos, sin recaer en señalamientos y falacias. Así que, este escrito nace con el único propósito de incentivar, invitar e informar a los colombianos, y principalmente a los jóvenes, acerca de lo que estamos viviendo como sociedad y la manera en cómo nos podemos apropiar de aquello que como colombianos nos incumbe y nos afecta; en pro de evitar que el caos se apodere de nosotros. Hemos oído infinidad de frases como: “es que detesto la política”, “a mí realmente no me importa”, “yo no puedo cambiar nada” o “es que eso a mí no me afecta”, comentarios que vienen desde los jóvenes y con los que nos enfrentamos día a día. Por eso, la impotencia que nos genera no arriesgarnos a cuestionar la forma en la que hemos obrado como sociedad, fue lo que nos motivó a escribir estas palabras.
Colombia y América latina atravesaban la crisis política más grande en años. Las ideas disruptivas, permisivas y bélicas se apoderaron de nuestra sociedad. Nos encontrábamos un país dividido, segregado y polarizado por un caudillo a quien, con gran potencia, Colombia decidió seguir. Era lo esperado, pues el discurso y la forma son absolutamente encantadores, cualquiera se siente identificado si le dicen que la eterna “discriminación” culminará y se dará inicio al nuevo vivir de una sociedad rebelde. Sin embargo, también sabíamos que el caos estaba por empezar, que entregarle el poder a quien más lo quería era el inicio del final, aquello que nunca quisimos para nuestra sociedad, para nuestro futuro y para nuestro país. Lo vimos venir. Nos prepararon para un gobierno disruptivo, anárquico y caótico y aún no hemos encontrado los mecanismos idóneos para reaccionar.
La política colombiana se encontraba con grandes retos. Las decisiones que se tomarían serían de gran trascendencia, entendiendo la crisis económica mundial, la crisis social interna y los miles de problemas particulares que cada uno de los ciudadanos carga en su vivir. Lo que a nuestro parecer se necesitaba, eran políticas sociales como la educación en vez de la rebelión, políticas económicas como la búsqueda de la inversión extranjera en vez del pánico empresarial causado por un discurso de odio y repudio hacia aquellos que brindan el trabajo y las oportunidades de superación en un país en vía de desarrollo. No nos preparamos para lo peor, y hoy sufrimos las consecuencias de ser ajenos, egoístas e ignorantes.
Teniendo eso en cuenta, ¿en qué estamos ahora? o, mejor dicho; ¿alguien sabe que está pasando con la reforma laboral? La reforma laboral, en este momento, está siendo radicada para su discusión en segundo debate de la Cámara de Representantes. Como lo establece Luis Fernando Reyes, líder legal de la empresa colombiana de asesoría empresarial BDO, “es una reforma que propone las ideas de implementar un contrato a término indefinido de manera general, de contratar de manera obligatoria a personas discapacitadas y aumentar el valor de las indemnizaciones en la terminación del contrato sin justa causa etc…”, lo que constriñe de una forma exorbitante, al sector privado.
En los últimos días ha surgido un debate sumamente importante en cuánto a la economía colombiana, respecto a las famosas “inversiones forzosas” que propone el Gobierno Nacional como mecanismo de solución a la crisis económica en el país. ¿Alguno está enterado de lo que genera este proyecto? La inversión forzosa, en resumidas cuentas, va a generar un desequilibrio económico inmenso en el país, porque el miedo que le ha producido a la gente va a causar que se saquen los ahorros de los bancos y como consecuencia, llevarlos a la quiebra, lo que de por sí va a reducir la inversión de manera abrupta. Por último, el Presidente ha reiterado en múltiples ocasiones de diferentes maneras, la necesidad de una Asamblea Constituyente, ¿qué implica? La pérdida completa de la democracia y de sus instituciones, que nos garantizan la seguridad democrática, política y social de Colombia.
Ahora bien, ¿para dónde vamos? Vemos el futuro como la puerta o el camino para volver a nacer. Colombia debe estar ahora más unida que nunca, más informada que nunca, más fuerte que nunca para lograr un 2026 lleno de esperanza y no de pánico, de amor y no de odio, de respeto y no de intolerancia. Debemos velar por la seguridad nacional, por nuestro futuro y por aquellos mecanismos o políticas que nos saquen del abismo. A los jóvenes, un llamado especial a empaparse y a actuar en miras de lo que será nuestro hogar. Siempre nos dicen que somos el futuro, pero el futuro es hoy, y ya está en nuestras manos.
Referencias: