CONSTRUCTIVAS
Cuando por primera vez, se escucharon tacones en una Asamblea Nacional Constituyente
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Por: Laura Salcedo y Adriana Torres
Un 9 de diciembre de 1990, cuatro mujeres fueron elegidas para construir el futuro de Colombia, tras una grave crisis institucional. Fueron cuatro mujeres las que participaron en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en representación de 17 millones de colombianas. Dos de las honorables constituyentes fueron Helena Herrán de Montoya, del partido liberal y María Mercedes Carranza, del M-19, que en paz descansen. La doctora Aída Avella, perteneciente a la Unión Patriótica y la doctora María Teresa Garcés, también del M-19, marcaron las directrices de un país, que por fin daría el gran paso de incluir los derechos femeninos en la historia constitucional.
Tuvimos la oportunidad de entrevistar a la doctora Aída Avella y María Teresa Garcés Lloreda para que nos contarán un poco sobre sus experiencias personales como mujeres constituyentes.
¿Cuáles eran las principales problemáticas que vivían las mujeres colombianas antes de la Constitución de 1991?
Aída Avella: Las mujeres para esa fecha, no tenían derecho al acceso a la tierra, en especial las campesinas, lo cual es inconcebible sabiendo que esto fue hace tan solo treinta años. Las mujeres no teníamos derecho ni siquiera a la herencia, aunque ya se había avanzado algo normativamente, los hombres continuaban manejando las herencias de las mujeres. Ya se nos había reconocido el derecho al voto, gracias a un dictador que seguramente solo nos reconoció ese derecho por ser padre de una hija. Probablemente si solo hubiera tenido varones, la historia hubiera sido diferente.
María Teresa Garcés: En general, la mujer estaba inmersa en situaciones de discriminación en la sociedad, en la familia, en el trabajo y en la participación política y social. Al igual que hoy, había situaciones de maltrato, de abuso y explotación sexual contra las mujeres.
¿Cuál fue su principal motivación para postularse como constituyente?
MTG: Tenía el convencimiento de que el país, amenazado por el narcotráfico y la violencia, debía encontrar consensos que le señalaran un nuevo camino de convivencia dentro de la diversidad, de igualdad de derechos y oportunidades. Pensaba entonces que era importante para el país convocar ese gran foro pluralista con participación de todos los sectores y estamentos sociales, y que hubiera presencia femenina. Desde el principio de la ampliación de la democracia que representaba la ANC, me pareció muy interesante y acepté de inmediato. La Alianza Democrática M-19, surgida del movimiento insurgente ya desmovilizado, a través de su Presidente Antonio Navarro, me propuso formar parte de la lista.
¿Cómo constituyente se considera usted una representante o vocera de los movimientos de mujeres?
AA: El partido terminó por elegirme por tres razones: primero, porque no había estado en el parlamento, segundo, porque era dirigente sindical y tercero, porque era mujer. Hoy en día sigo valorando la actitud tomada por el partido, sobre todo por haberme elegido como mujer. Ellos me designaron una función muy especial: la representación de las mujeres. y para mí fue realmente un honor y un reconocimiento, sobre todo porque yo competía con gente muy importante. La creación de la Constitución fue una construcción colectiva. Para los temas de derechos femeninos esto no fue únicamente producto de las cuatro constituyentes. Eso fue trabajado por todas las mujeres del país, por la ruta pacífica, por la unidad de mujeres demócratas, entre muchos otros colectivos. Teníamos en el partido miles de papeles de diferentes agrupaciones de mujeres que mandaban sus propuestas. Además, en el partido teníamos una comisión femenina que nos ayudaba a leer todos los papeles que nos mandaban las mujeres donde nos transmitían sus ideas.
¿Cree que la participación femenina en la ANC fue suficiente?
AA: Por supuesto le faltaron más mujeres a la ANC, sin duda. Creo que hubieran cambiado muchas cosas si la participación femenina hubiera sido mayor. Las mujeres, siendo menos del 5% de la Asamblea, en las discusiones más duras, nos echamos al hombro todo lo que fueron los artículos de la mujer, de los niños y de la familia. Acá no hubo ninguna excepción, al contrario, nos apoyamos las unas con las otras. Logramos que los hombres entendieran la verdadera importancia del derecho a la igualdad. Esto dio como resultado uno de mis artículos favoritos, el artículo 13, que menciona la igualdad entre hombre y mujeres. Creo que sí éramos muy pocas, por ejemplo, los conservadores no dejaron asomar a las mujeres en su partido, creo que eso hace parte de su conservadurismo, la mujer en la casa y el hombre en la política.
MTG: Para mí, el número de constituyentes mujeres fue muy precario, sin embargo, hubo una amplia participación de mujeres como asesoras de varios constituyentes. Siempre consideré que la representación de la mujer ha debido ser por lo menos paritaria, pero eso era imposible en ese momento, pues los partidos políticos eran y siguen siendo muy machistas; tanto así, que sólo estuvimos cuatro mujeres en la Asamblea.
La extradición fue un tema bastante controversial en la ANC. Cuéntenos un poco sobre ese debate y sobre la voz femenina en esa controversia.
AA: Durante la ANC nos visitó mucha gente. A mí, por lo menos, me visitaron los familiares de personas detenidas en el exterior por narcotráfico. El sufrimiento era enorme y recuerdo que había mucha gente detenida en Venezuela, especialmente. Nosotros, como posición política, votamos en contra de la extradición porque como país no podemos ceder la soberanía a otro país frente al castigo de sus nacionales. Eso no lo podíamos permitir. Frente a las amenazas, no me consta, pero seguramente las hubo. Yo en lo personal recibí numerosas amenazas, no por el tema de la extradición, sino más por mi postura política en general.
MTG: En efecto, la extradición fue un tema espinoso en la Constituyente. La discusión se dio en un ambiente de extremo peligro. Había amenazas expresas y tácitas de los llamados extraditables, narcotraficantes y paramilitares. El día del debate en plenaria María Mercedes Carranza y yo comentamos que no existían las condiciones para discutir el tema. Ella fue por un diccionario y pidió la palabra para leer la definición que traía sobre el vocablo “libertad”. A renglón seguido expresó que según esa definición, no existía libertad para expresar diversos criterios sobre la norma que se había propuesto consistente en prohibir la extradición. Posteriormente, cuando se abrió la votación, algunas personas, creo que unas trece, votamos negativamente y algunos lo hicimos de manera pública. De ese voto también dejé constancia a la firma de la Constitución, por considerar que la extradición es una figura idónea para combatir los delitos de carácter internacional.
En cuanto a derechos femeninos, ¿qué cree que le quedó faltando a nuestra actual Constitución? ¿Faltó desarrollo en cuanto a los derechos reproductivos?
AA: El tema de los derechos reproductivos de las mujeres fue un tema muy complicado, por supuesto, salió a colación el aborto. Recuerdo que nos juzgaban y nos tildaban de abortistas. A pesar de que dimos la pelea, al final la propuesta no fue acogida por una gran razón: el país estaba atravesando un momento político muy complicado con genocidos. Esta era designada “La Constitución de la vida” y, por supuesto, hubiera sido irónico que se hablara sobre el aborto. Fue una derrota total. Sin embargo, quedaron artículos relacionados con derechos de las mujeres que merecen todo el reconocimiento porque representaron cosas muy valiosas para las mujeres que marcan pautas de igualdad.
MTG: Considero que el texto constitucional es garantista de los derechos de la mujer y le confiere a ella buenas posibilidades de defensa de los mismos. Temas como el aborto o la libre elección del número de hijos, aunque fueron planteados en la ANC, no habrían alcanzado la votación requerida, por cuanto son asuntos que dividen totalmente a la población colombiana.
Por último, ¿qué mensaje le mandaría a las mujeres y estudiantes que las ven como un ejemplo a seguir?
AA: Mi mensaje para todos los jóvenes es que por favor se gradúen, aunque no lo crean, el título y el cartón sí son importantes. También los invito a que defiendan las causas en las que creen; las causas se defienden con corazón, también con inteligencia pero con mucho corazón. La plata no es lo más importante, no vivan detrás de tenerla.
MTG: Que se preparen muy bien en la disciplina que escojan, y que siempre piensen que se puede hacer algo para mejorar el país. Lo público nos atañe a todas, tenemos que participar en los distintos escenarios de la sociedad y no temerle a la participación política. La mujer tiene mucho que aportar para que este país entienda que no podemos seguir resolviendo los conflictos de manera violenta, que el maltrato al interior de la familia no es admisible. Los cambios sociales son muy lentos, pero la llegada masiva de las mujeres a cargos directivos públicos y privados ayudará a dar el vuelco que requiere esta sociedad.
La lucha por los derechos femeninos ha sido un camino bastante escabroso en nuestro país, sin embargo, mujeres cómo Aída Avella y María Teresa Garcés nos demuestran que la pelea por los derechos de las mujeres sí es posible y no es una lucha perdida, pero tampoco es una lucha finalizada. Aún nos quedan muchos derechos por reivindicar. Ojalá nosotras, las estudiantes de esta generación, podamos alguna vez darles la talla a estas extraordinarias mujeres y podamos hacer cambios constitucionales que nos reconozcan los derechos que por años nos han negado.