QUERELLANDO
2019-II
"Javeriano apoya Javeriano"
REPRESENTAR A LA FACULTAD NOS CUESTA CADA PESO
La disminución del presupuesto o la ausencia de este para los semilleros, concursos, congresos o grupos estudiantiles es una realidad que debemos reprochar y remediar.
Fuente:
Por: Camila Bermúdez García
Dicen que al ser abogado sabes un poco de todo, y creo que se debe a que en el camino de adquirir el título debemos obtener todas las bases necesarias para que al encontrar aquella parte del derecho que nos enamora, podamos entenderla. Precisamente por lo anterior, los espacios académicos fuera de las aulas son tan importantes, porque es en ellos donde podemos explorar y conocer más de aquello que en clase quizá solo era una pequeña nota a pie de página.
En la facultad encontramos semilleros, concursos, congresos o grupos estudiantiles, cuyo propósito es formarnos, precisamente, en aquello que es de nuestro interés, que nos motiva y quizás a lo que nos queremos dedicar en un futuro. A pesar del valor que tienen estos espacios en nuestra formación como profesionales y como personas, la disminución en el presupuesto, e incluso la ausencia de este, es una preocupación latente en todos aquellos que participamos en estas actividades.
Muchos de nosotros nos preparamos durante meses, sacrificamos fines de semana y vacaciones para representar con todo el orgullo a la Universidad Javeriana, sacrificio que se ve desvanecido ante la incesante incertidumbre de saber si al final se obtendrán los recursos necesarios para pagar la inscripción, los tiquetes o el hospedaje. Y es que no parece que los casos de ausencia de financiación a esta clase proyectos sean excepcionales, sino la regla. Este semestre, faltando un mes para que se llevaran a cabo los concursos de derecho internacional ambiental y de derecho comercial internacional, la facultad redujo a la mitad el presupuesto de los equipos que llevaban preparándose casi un año para dichos eventos, sin ninguna justificación más allá de que “no hay presupuesto”.
Es así como yo me pregunto, y sé que todos los que hacemos parte de este tipo de actividades lo hacemos, ¿a dónde va mi matricula?, ¿por qué la facultad no tiene presupuesto para eventos planeados con casi un año de antelación? ¿Por qué tengo que hacer una rifa para representar a la universidad si mi matrícula sube casi un millón de pesos por año?
También me pregunto qué ha cambiado. Hace unos años la universidad participó en un concurso de arbitraje en Hong Kong, y hoy en día hay grupos luchando por pagar inscripciones a concursos en Bogotá.
La verdad no tengo respuesta a ninguna de estas preguntas, pero creo que es necesario reconocer que actualmente las actividades académicas extracurriculares no son la prioridad de la facultad, y que es necesario un cambio en el estado de cosas. Es necesario reconocer la gravedad de que los estudiantes tengan que financiarse o que los profesores respalden con su patrimonio este tipo de actividades, y como estudiantes debemos empoderarnos y apropiarnos de los espacios extracurriculares que existen, exigiendo que la Universidad apoye de forma prioritaria las actividades académicas.
Así que este artículo es más que todo una invitación a que entre todos exijamos que la facultad se encargue de aquella obligación que le corresponde: fomentar el crecimiento académico y personal de los estudiantes. Y aunque no todos estemos involucrados en este tipo de actividades, es necesario que en la comunidad estudiantil busquemos los espacios de desarrollo y aprendizaje sin el temor a la falta de presupuesto, que encontremos en la facultad una plataforma para saber un poco más de todo, y no perdernos de oportunidades por “la falta de presupuesto”.