ESPECIAL
Una tradición que ha perdurado a lo largo de los años
“¡Está que se toma sola!”
La Historia de la Pola en Colombia
Bautizada para conmemorar el centenario de la Independencia, se ha convertido en uno de los símbolos cerveceros más queridos y consumidos por todos los colombianos. ¡Una tradición colombo-germana que desde 1889 nos acompaña en todas y para todas!
Fuente: Archivo Banco de la República
Por: Nicolás Gómez González
Hacia el año de 1886 el fenómeno migrante europeo hacia América se encontraba en su mayor auge, cada semana decenas de vapores europeos comenzaban su viaje a través del atlántico con el fin de desembarcar en el continente americano. Sus habitaciones y cubiertas transportaban a cientos de ciudadanos europeos esperanzados con la posibilidad de comenzar una nueva vida en el nuevo continente, la promesa de riqueza y libertad lejos del viejo continente atraía a cualquiera que pudiera comprar un boleto con destino a América.
De todos ellos, dos hermanos llegarían al barrio San Diego de Bogotá desde Socorro, Santander tras desembarcar en Venezuela, eran alemanes, nacidos en Offenbach, sus nombres eran Leo Siegfried y Emil Kopp Koppel. Como muchos otros alemanes, particularmente los católicos protestantes y judíos, los hermanos Kopp dejarían Alemania en búsqueda de la libertad personal y económica, alejados del militarismo imperial de la entonces Confederación Alemana.
Muchos de los inmigrantes europeos comenzarían a formar sus propias familias, casándose con las jóvenes colombianas que veían con exóticos ojos a los recién llegados de Europa, uno de ellos sería el propio Leo Kopp, quien se casaría con Doña Mary Castello y que tan solo pocos meses después, en abril de 1889, fundarían la “Sociedad Kopp y Castello”, misma que daría origen al complejo cervecero Bavaria Kopp’s Deutsche Bierbrauerei en 1890, y años después rebautizada como “Bavaria”.
En aquel entonces, la cerveza no era muy conocida por los colombianos, tan solo importada y consumida por encargo especial desde Alemania por las cerradas esferas de empresarios y ricos hacendados colombianos, para las clases medias y populares era más común el consumo de la chicha, bebida local preparada con maíz fermentado, de la cual se hablaba de sus efectos nocivos a la salud pública y principal causa de la “idiotez” entre sus consumidores. Cuentan algunos que el propio Don Leo —como le llamaban sus trabajadores— probó chicha en uno de los dispensadores cercanos al complejo cervecero donde solían pasar el rato sus trabajadores, del suceso comentan algunos que exclamó en alemán: “Es ist die Hölle für die Kehle!, aber sehr erfrischend” traducido al español, “¡como un infierno en la garganta, pero muy refrescante!”.
Desde su fundación la compañía cervecera de Bavaria iría expandiendo su catálogo de productos, así como su planta de producción que llegaría en 1896 y por iniciativa de Don Leo a dar inicio al proceso de integración de producción de vidrio con la Compañía de vidrios Fenicia, y en 1903 con la compra de las minas carboneras del Zipacón, garantizando así el suministro de carbón para las calderas y de vidrio para sus embotelladoras en la producción de cervezas como la “Pilsener Bier”, “Culmbacher” (llamada cerveza Tigre), Maltosa de Bavaria y Cerveza Clara.
A pesar del éxito de Bavaria no sería sino hasta diciembre de 1911, que, en homenaje al primer centenario del grito de independencia, Bavaria optaría por producir una edición conmemorativa de su ya conocida cerveza, se llamaría Cerveza “La Pola” en honor a la heroína criolla Policarpa Salavarrieta. Se creyó que aquella publicidad surgió como respuesta a la fuerte competencia del momento entre Bavaria y las compañías cerveceras de la capital, Antioquia y Santander, otros, lo consideraron como un acto puramente patriótico ejemplo del espíritu empresarial colombiano digno de la primera parte del siglo XX.
Sin importar la teoría que sea, su impacto trascendió toda barrera comercial y cultural, consolidándose más de 100 años después de su creación en una de las formas universales en las que los colombianos pedimos, tomamos y disfrutamos de una cerveza. No hay fiesta donde no se tome, bar donde no se consiga, y persona que no disfrute de uno de los iconos cerveceros más importantes de Colombia, orgullo puramente colombiano que desde 1889 produce la cerveza más superior con la mejor cebada colombiana y del mejor lúpulo.
Y entonces… ¿nos tomamos unas polas?