OPINIÓN
Colombia aún no ha roto sus cadenas coloniales; solo las ha cambiado a lo largo del tiempo por unas más modernas, arraigándose a sus cunas políticas.
¿Las cadenas del colonialismo
realmente se han roto?
El colonialismo sigue influyendo en Colombia a pesar de ser considerado un tema del pasado. Las desigualdades sociales y económicas persisten afectando especialmente a comunidades vulnerables, quienes son explotados por grandes empresas. Comprender esta historia es crucial para reconocer y abordar las injusticias actuales en el país.
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Por: Emanuela Mastrocinque
El colonialismo puede ser uno de los temas más conocidos por la población colombiana al hablar de la historia del país. Incluso, desde los más pequeños hasta los más grandes pueden tener al menos una referencia sobre el sistema colonial. De hecho, es parte del esquema académico que se eduque a los niños desde cuarto de primaria acerca de cómo su país fue colonizado y cómo esto marcó significativamente la historia de su país.
Sin embargo, aunque comúnmente se explique el colonialismo como un simple hito histórico que marcó al país, es válido preguntarse lo siguiente: ¿realmente ha terminado el colonialismo?
Primero, enfoquémonos en la historia antigua de Colombia donde la llegada de los españoles marcó el sometimiento de los pueblos indígenas. En este sistema colonial liderado por los españoles, se implementaron actos de deshumanización en contra de quien desobedeciera las ordenes coloniales. Los castigos podrían ir desde el trabajo forzado hasta la ejecución. Incluso los indígenas debían aceptar la autoridad del rey de España y la fe cristiana a tal punto que, de lo contrario, se les podía someter con violencia.
Esto llevo al país a realizar eventos clave en busca de la independencia, como lo fue la distinción entre mestizos y criollos, la constitución de la Nueva Granada, las diversas luchas de independencia como la Revolución de los Comuneros, donde los criollos se rebelaron contra los abusos del gobierno español y la Toma del Florero de Llorente.
Estos sucesos resultan fundamentales para entender la raíz del colonialismo y la corrupción que afectó a las comunidades colonizadas, un problema que no nació en el siglo XXI, sino mucho antes. Sin embargo, ¿significa esto que los verdaderos autores intelectuales del colonialismo han quedado en el pasado?
Ahora, abordemos el contexto actual. No solo basándonos en la historia política, sino también en la social, cultural y económica.
Actualmente, las estructuras políticas han mantenido medios de conservación de la tiranía, reprimiendo cualquier revelación que se levante a su alrededor. Por ejemplo, Colombia continúa siendo un país con estratificación social en donde las personas se dividen según su condición social y económica. Por lo cual, aunque todas las personas gocen de derechos fundamentales, no se les brindan las mismas oportunidades ya sea por su raza, sexo o situación económica.
Por esta razón, existe un gran resentimiento social entre el pueblo, basado en diversas ideologías políticas, sociales y económicas. Esto ha impedido que la población se una y exista una tendencia a la división y autodestrucción.
Antiguamente, las autoridades tiranas prohibían las comidas en común entre ciudadanos y ahora en nuestra actualidad, la alimentación no resulta ser precisamente equitativa. Por lo cual, hoy en día es relevante preguntarse: ¿tienen las personas en situación de pobreza o desplazamiento forzado la misma oportunidad de acceder a la alimentación como lo hacen las altas élites?
Esto nos lleva a pensar que Colombia aún continúa bajo las cadenas del colonialismo, tal vez no de manera visible bajo cadenas de hierro como las solían portar los indígenas. Sin embargo, si existen cadenas que no son perceptibles a la vista pero que aún siguen latentes.
Por ejemplo, se vulneran diariamente los derechos de los campesinos en nuestro país al despojarlos de sus ganancias reales para que estas sean apropiadas por grandes empresas. Estas se han enriquecido gracias al trabajo de quienes sustentan el alimento de todo un país, recordándonos así que los campesinos actuales se asemejan a los antiguos esclavos. ¿No sería esta la prueba más tangible de que el colonialismo aún existe?
Las cadenas del colonialismo aún no se han roto, continúan latentes entre nosotros. Esto se comprende solo después de entender lo que ha ocurrido con nuestros antepasados. De esta forma, podremos interpretar entonces que aún continuamos bajo el mismo sistema, aunque de forma distinta: los privilegiados y los no privilegiados.
Vivimos aun en una época colonial pero ahora contra nosotros mismos, donde encontramos clases sociales y privilegios entre ciudadanos. Actualmente, no se trata de españoles sino de sistemas con grandes poderes, mientras nosotros, indios, mestizos y criollos, permanecemos sometidos a una esclavitud de la cual no hemos sido liberados.
En definitiva, resulta crucial entender nuestra historia colonial para comprender por qué funcionan de tal manera, a veces inapropiada, nuestras entidades administrativas y políticas.