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EN EL HUECO

Un Abogado Javeriano en una de las firmas más grandes de latinoamérica

Charla con Felipe Cuberos, socio de Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría (PPU)

Foro Javeriano tuvo la oportunidad de sentarse a charlar con Felipe Cuberos, socio de PPU y profesor de Contratos 2; sobre el derecho, la vida de firma, la docencia, y un par de cosas más.  

Felipe Cuberos - PPU.png

Fuente: Archivo PPU

Por: David Alejandro Cáceres Guerrero y Valentina Ortega Prieto.

Felipe Cuberos de las Casas es abogado Javeriano, egresado en 1992 y actualmente es socio de una de las firmas de abogados más grandes de latinoamérica, Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría (PPU). Nos recibió en su oficina con el ánimo de charlar amenamente sobre la vida de firma, la facultad y el derecho, entre otras cosas.

Iniciamos preguntándole por la reminiscencia, ¿en su época universitaria se imaginaba terminar siendo socio de PPU? El Dr. Cuberos nos confiesa que en principio no, todo en esos años se veía muy lejano y los intereses conforme al tiempo, van variando. Al inicio, su único plan era trabajar con su padre, al punto de que ya en segundo año de la carrera, empezó a acompañarlo en sus labores tras la renuncia de la abogada senior. No deja de lado para nada la ilusión de aquellas conversaciones de cafetería donde se sueñan todas las firmas de amigos del mundo. Y cómo no, si la oficina de su padre fue el centro de estudio de él junto con sus compañeros más cercanos en las épocas de parciales y finales. El trabajo de firma desde siempre le interesó.

Nos contó que hubo varias clases que lo marcaron, como Contratos y Sociedades, sin dejar de lado las míticas asignaturas de Romano I y Romano II con José Armando Bonivento y Javier José Bonivento, respectivamente. Ahí se fue forjando su inclinación hacia el derecho privado. Sin embargo, Contratos con Sergio Muñoz Laverde y Sociedades con Jorge Pinzón fueron las más transformadoras, al punto que su cuaderno de apuntes de contratos rondó por generaciones de estudiantes de la facultad. El Dr. Cuberos de estudiante era apasionado por lo que le gustaba y un poco más flexible con lo que no, como por ejemplo con las clases de derecho laboral, donde solía “mamar gallo”. Conversaba bastante en el salón, sobre todo, considerando que era de los que se sentaba atrás. Jocosamente, nos cuenta que en quinto año decidió no comprar cuadernos, y terminar de vivirse al máximo la vida universitaria, al punto de que vivía en la playita y un amigo le dijo “yo nunca lo voy a recomendar a usted como abogado porque estoy seguro de que le faltó cursar un año”. A la pregunta sobre a quién de sus compañeros recuerda, no dudó en contestar que a todos o la gran mayoría, pues le quedaron grandes relaciones.

Una vez graduado, siguió trabajando con su papá, quien le hizo una oferta muy generosa a cambio de ir a compartir riesgos en la oficina, algo así como un socio. Luego de estar seis años con su padre, decidió irse a hacer un LLM con énfasis de negocios internacionales en Londres.

Recién casado, le comentó a su esposa que no estaba pensando en regresar a donde su papá, y que, contrariamente, en su mente surgía un ánimo de hacer algo distinto. Pensó en buscar trabajo en una firma, pues siempre la había interesado. Sin embargo, también rondaba en su cabeza, la idea de que las empresas no le cuentan al asesor externo todo, por lo que quería saber cómo funcionaban las entidades internamente. Se devolvió a Colombia producto de las obligaciones de su crédito de Colfuturo, e inmediatamente comenzó a buscar puesto en una empresa. Al poco tiempo, y cumpliendo con su idea de explorar en el ámbito corporativo, conseguiría ser el director de Derecho Privado de la Fundación Social. Tenía claro que su paso por el mundo empresarial solo sería temporal, ya que siempre supo que lo que le gustaba eran las firmas de abogados, por algo así como un “feeling” intangible.

 

El Dr. Cuberos contó cómo, mientras estaba en su vida de empresa, se encontró con uno de los socios de Prieto Gutiérrez y Carrizosa, como se llamaba su actual firma en ese entonces, y en medio de una comida, el socio le dijo a Felipe: “¿usted por qué no se ha ido a trabajar con nosotros?” a lo que contestó “porque no me han invitado”. Al día siguiente lo llamaron y le preguntaron si quería ir a una entrevista y él aceptó. Días después empezaba como asociado senior en la firma. Fue el inicio de su vida en lo que hoy es PPU.

Creía que iba a ser algo temporal y que eventualmente volvería a la firma de su papá. Sin embargo, le empezó a ir bien en PPU, se sintió cómodo, como en un hogar. Ahora, dentro de tres meses está por cumplir veinticuatro años en la firma, que para él empezó siendo una familia de solo veintisiete abogados y que actualmente sigue siendo su casa.

Cambiando un poco de tema, como típicos estudiantes curiosos que se preguntan por cómo sus profesores terminan explicando cosas como el complicado régimen de intereses, le cuestionamos al Dr. Cuberos sobre su vida de profesor. Felipe termina materias y le entra afán de hacer todo, al punto de inscribirse en la especialización de derecho comercial de la Universidad de los Andes sin tener el diploma de pregrado. Allí, un profesor lo llamó para que fuera su monitor, luego sería el de otro docente y finalmente, los estudiantes de pregrado en esa universidad, “se agarraron con el profesor de contratos”, hasta que este renunció. Los alumnos clamaron por alguien como Cuberos para que diera la clase, una persona joven y que, sin duda – nosotros podemos confirmar –, sabe enseñar. Posteriormente, un 10 de febrero recibe una llamada y le piden que el martes siguiente empiece como profesor titular. Destaca que no le gusta calificar y menos que alguien pierda la materia, aunque esto vaya en contra de lo que la gente cree. Le fascina y apasiona ir a la universidad y todo el ambiente que esto trae, dado que es el único momento donde está realmente desconectado del mundo exterior/laboral.

Para él, un abogado javeriano es uno que cree en las instituciones, al haber crecido en ella; es también uno que tiene buen cartel en el mercado, es un profesional que realmente sabe, estudia y, ante todo, es decente. Nos contó como una de las razones principales por las que decidió estudiar en la Javeriana fue por un tema de “feeling” (sentirse a gusto en el lugar) y por sus ganas de crear un grupo de amigos y colegas. Lo anterior, surge al ver a su hermana, que estudiaba en otra universidad, donde las cosas eran algo diferentes, allí entendió que quería algo distinto. Para él, tener un grupo de amigos era esencial y en la Javeriana encontró eso exactamente.

 

Respecto a la universidad, le preguntamos sobre qué opinaba de la forma en que los abogados javerianos se han involucrado crecientemente con los valores de la institución. Terminó dándonos toda una perspectiva acerca de cómo las nuevas generaciones tienen una conciencia social más grande que las pasadas y cómo estas últimas se enfocaban, mayoritariamente, en su crecimiento profesional. No obstante, admite que, debido a los distintos acontecimientos históricos, como la muerte de Luis Carlos Galán y el cambio de Carta Política, que le tocaron a su generación, pudieron tener una perspectiva diferente al mundo, mucho más amplia, que dio fruto al desarrollo de revistas de opinión dentro de la facultad, tales como Ágora y Vértice, que permitían saber en qué estaba pensando la gente en su momento.

El balance entre la vida personal y laboral de un abogado que maneja todo un equipo debe ser algo díficil de llevar. Frente a ello, el Dr. Cuberos ha tenido que hacer sacrificios en ciertos momentos de su vida. Comenta que ha sido muy útil siempre comenzar su día lo más temprano posible y ser muy organizado con su tiempo, para poder asistir a todos los eventos familiares y de sus hijas. Notamos pasión a la hora de hablar de su vida familiar y nos contó que le hubiera parecido bonito que alguna de sus hijas hubiese estudiado derecho, ya que le estaría mandando un mensaje a su padre “diciéndole que le gusta tanto su trabajo que logró trasmitir eso”. Lo cierto es que, en la “variedad está el placer”, por lo que siempre es bueno una familia variada con temas e insumos distintos.

Bajo la misma línea, un día típico para el Dr. Cuberos inicia ocupándose de lo prioritario, que, debido a las dinámicas de la modernidad, consiste en contestar el Mail o WhatsApp e inmediatamente hacerse a la tarea que tiene en mente para ese día. Curiosa y paradójicamente, lo que sucede con asiduidad es que llega el medio día y no ha podido empezar con lo que quería hacer, razón que lo ha llevado a optar por poner un aviso en la puerta de “no interrumpir”, cuando quiere concentrarse.

Volviendo al tema nuclear, sobre la vida en firma, Felipe nos cuenta que con el paso de los años sus responsabilidades han evolucionado; hace referencia al papel de los abogados senior, quienes con frecuencia sienten el peso en sus hombros sobre un proyecto que debe salir bien. Lo anterior, en atención a que, en muchas ocasiones, el jefe no tiene tiempo de mirarlo, revisarlo o ajustarlo, lo que incrementa la importancia y la responsabilidad del abogado en la ejecución del mismo. Destaca, para sorpresa de muchos e inspiración de otros, que la responsabilidad del socio tiene un componente importantísimo de administración, manejo del talento humano, asignación adecuada de labores y de responsabilidad directa frente a los clientes. Describió que cuando se trata de buscar gente para su equipo le gusta la gente proactiva, que es capaz de dar sus opiniones y hasta de llevarle la contraria en caso de ser necesario. Le gusta mucho formar a la gente, entenderla y ver qué es lo que quiere y para dónde va.

Finalmente, le preguntamos por un consejo que les daría a los estudiantes que tengan la oportunidad de leer este artículo. Expresó la importancia de no tenerle miedo al “ensayo y error” en este momento de nuestras vidas; darnos tiempo para saber a qué nos queremos dedicar, mas no perder el tiempo en áreas que ya sabemos que no nos gustan. Para así, después de un tiempo, poder tomar una decisión certera, logrando reconocimiento en un área específica en la que se sepa qué es lo que hacemos, pues “nuestra profesión exige permanencia”.

 

El Dr. Cuberos nos insta a que pensemos en la carrera que queremos hacer y a que actuemos conforme a ello, independientemente de lo que quieran los demás. Así como él nos recuerda siempre, “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Uno no puede responder a los intereses del profesor que nos cayó bien, de las influencias sociales o a veces de la propia familia. El camino es nuestro, y cada uno escoge por dónde y cómo camina. Destaca que siempre hay un componente de personalidad que es clave; conocerse a uno mismo, entender en dónde se siente a gusto. Eso que lo ha llevado tan lejos, y que él denomina “feeling”; aquel mismo sentimiento que uno de estudiante tiene cuando desde la primera clase sabe que la asignatura lo va a marcar. Creemos que la mayoría de quienes hemos tenido la oportunidad de asistir a las cátedras de Felipe Cuberos, hemos experimentado ese “feeling”, que nos inspira y nos motiva a seguir formándonos en este mundillo tan grande pero tan acogedor del derecho. “Un, dos, tres, ¿qué contrato es?”.

“Tengan hambre, tómense las responsabilidades en serio y dedíquense de verdad”.

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