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QUERELLANDO

La hipocresía detrás de las fundaciones católicas 

ADOCTRINAMIENTO DISFRAZADO
DE CARIDAD

Las fundaciones y grupos católicos deberían replantearse la manera como ayudan a los demás, y fijarse si en realidad quieren ayudar, o simplemente lo usan como medio para convencer a los más vulnerables sobre la existencia de Dios.  

Fuente: Pexels.com

Por: Martín Jaramillo

De todas las fundaciones que conozca, piense cuántas son 100% laicas. En lo personal, responderme esa pregunta me sorprendió. En mi caso, la respuesta no superó las 4 o 5. Ahora, no encuentro nada problemático en que una fundación, inspirada por aquello que su religión le inculca exista y ayude a quien lo necesita sin pedir nada a cambio, lo cual a mi parecer es la pura definición de solidaridad. El problema empieza a aparecer cuando, en su mayoría, la ayuda es dada esperando algo en respuesta: “creer” en Dios. A lo largo de mi vida pertenecí a numerosos grupos católicos dedicados a la caridad, jugar con niños, entregar ropa, comida, o tiempo a quien lo necesita, y había un patrón que sorpresivamente se repetía: para poder ayudar a los demás era obligatorio hablar de Dios, orar, y en pocas palabras asociar absolutamente todas las acciones buenas con pertenecer a una religión y creer en Dios. Seguro a usted esto le suena bastante normal y lógico. Después de todo, ¿de qué más va a hablar una fundación católica si no es de Dios?  

 

Hace un par de años tuve la oportunidad de ir al centro de Bogotá acompañado de un grupo de jóvenes y un sacerdote con el fin de darle comida a las trabajadoras sexuales que se encuentran en las calles esperando realizar lo que para ellas es su trabajo por la mísera suma de $10000 pesos. Al principio me pareció espectacular poder regalarles algo de comida, no solo a ellas sino también a sus hijos, quienes muchas veces las esperan mientras realizan su trabajo. Todo hasta ahí sonaba muy alentador, hasta que me dijeron que estaba prohibido darle comida a una señora sin que antes rezara y le pidiera a Dios por algo. La dinámica era más o menos así: “Si rezas, entonces te doy comida” y por lo tanto “Si no rezas, no te doy comida”. Pero entonces, ¿qué si la señora no creía en Dios? ¿Y si pertenecía a otra religión? Eso no le importaba al sacerdote, lo importante era tener un anzuelo (la comida) para lograr que las señoras rezaran. Eso no me suena para nada a caridad, sino puro interés. Usted puede llegar a pensar que este es un caso aislado, pero es definitivamente un patrón muy repetitivo en los espacios católicos. La Iglesia se ha encargado de disfrazar una total manipulación de las necesidades básicas de quienes son vulnerables con la supuesta evangelización que tanto proclaman. La realidad es que, por medio de actos como estos, poniendo a Dios en medio siempre, y como condición para que personas en condiciones precarias puedan acceder a beneficios como comida, juguetes, ropa, regalos, e incluso tener tiempo de calidad con alguien más, se ha perdido el punto de verdaderamente ayudar. Las intenciones dejan de ser reales cuando de por medio está lograr que, sin hacer uso de su completa razón y discernimiento, personas vulnerables crean en Dios a como de lugar.  

 

Nada malo tiene ayudar al otro porque su religión se lo indica, pero ¿por qué lo tiene que hacer el punto central de su ayuda? ¿Qué tan difícil es ir a pasar una tarde con niños sin hablarles de religión y simplemente hacerlos felices? O, ¿Qué tan difícil era alimentar trabajadoras sexuales hambrientas sin obligarlas a orar? No logro entender la necesidad de adoctrinar a todo el mundo a punta de pedirles que crean en algo solo porque ello les trae cosas buenas como comida, refugio, etc. Además, es totalmente manipulador hacer que los demás asocien recibir aquello que les faltaba gracias a una religión, antes que darles herramientas claras para que puedan decidir por sí mismos si creer o no. Considero que faltan más personas y fundaciones que no tengan el altruismo falso de ayudar esperando algo a cambio. Que entendamos que la ayuda debe ser desinteresada e incondicional. La religión no debería ser algo que los demás asumen por ti cuando eres pequeño, sino una decisión personal e informada para tener una fe verdadera. Por otro lado, quiero resaltar que es totalmente distinto evangelizar hablándole de por qué creer en Dios a los demás, a usar la satisfacción de necesidades a cambio de escuchar sobre la religión. He ahí donde está la manipulación y falso altruismo. Por último, lo invito a pensar si usted alguna vez participó en un espacio así, y que se replantee si esa es la manera en la que quiere ayudar a los demás: poniendo como condición algo tan delicado e íntimo como la fe.  

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